Suelo cortarme el pelo una vez al mes. No es que tenga mucho que cortar, aunque por aferrarme a lo imposible, sigo viendo pelo ahí arriba. Y lo cuido como si tuviera 3 toneladas de greña. De ilusiónes vive el tonto los cojones...lo sé. A veces lo corto en Oviedo. Y otras veces en Santander. Pero hay un denominador común en cada corte de pelo: elijo peluqueros que no abran la puta boca y que tengan la radio puesta(objetivo SGAE).
No soporto al peluquero que habla, que te intenta sacar mecha sobre tu vida. Sobre lo que haces, a que te dedicas y como ves aspectos radiales de la actualidad. Y no lo soporto porque para mi cortarme el pelo es un momento de desconexión absoluta del mundo en el que vivo. Fijo la vista en el centro del espejo y ahí me quedo no pensando en nada, rigido como un bate de beisbol e inmovil. Si el peluquero me rompe ese momento en blanco, soy capaz de mandarlo a tomar por el culo. Es curioso porque solo me pasa en el peluquero. En otros lugares o actividades, si que me gusta la comunicación y tal. Por eso, mis peluqueros favoritos son dos tipos de esos extraños, a los que conozco desde hace años y que jamás he mantenido un dialogo más allá de un hola o adiós, con el hecho de que me corte el pelo "al tres" por los lados y por detrás, y al indicarle lo de arriba, le haga un gesto con la mano como diciendo: "eso valoralo tú mismo por decir que vas a valorar algo"... que es bien triste. Y ellos asumen con la cabeza que efectivamente la valoración es la de siempre y cuestión de pocos minutos. Cada vez menos.
Mientras clavo la vista en el centro del espejo, tengo la extraña costumbre de fijarme en la papada que tengo. Es así como descubro si de un mes a otro engordé o adelgacé. Y en función de ello, tomaré pan tostado o me hincharé a pan normal durante la semana siguiente.
El caso es que la radio es el único instrumento de comunicación en cada sesión de corte de pelo. Me sirve para evitar tener que valorar una atmosfera tan rara entre dos tipos, el peluquero y yo, incapacce de abrir la puta boca.
En fin, supongo que a nadie le importa esto. Pero es como lo de cagar desnudo. Son cosas que hay que contar.
Otra relación parecida es la de camarero - cliente. Hay uno de la cafetería a la que suelo ir que habla y habla ... con un cliente dándole la razón sobre un tema y con el siguiente cliente dándosela sobre lo contrario. Unos hachas algunos...
ResponderEliminarEsos los que hacen clientela, desde luego :)
ResponderEliminarPues a mi me pasa lo mismo. Mis peluqueros son amables. ¿Qué tal? ¿Descansando? Y una vez se posa la tijera sobre mi cabeza no hay ningún tipo de conversación. Solo se retoma el dialogo cuando me preguntan sobre la conformidad del corte de pelo. En ese momento en el espejo es un momento de gran dureza, ves que el tiempo pasa, algunos pelos se han ido y no volverán, arrugas, etc
ResponderEliminarDeben verme levitando o enfrascado en mi mundo. Creo que son buenos psicologos. Yo prefiero esa relación fría. Otra gente les cuenta su vida en media hora y ellos encantados.
Se adaptan a la clientela, a su personalidad.
Es verdad. Son grandes psicólogos. Si vas por primera vez te tantean. Te lanzan el primer tema de conversación y si no lo sigues o lo sigues con muecas, se callan para siempre.
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