Hay una película que está arrasando en Italia y que pronto llegará a ESpaña(con el titulo de "inmaduros") que versa sobre la conducta inmadura de un grupo de tipos cercanos a los 40 que siguen sin embargo conservando similares rasgos de conducta ante determinados escenarios de sus vidas más propios de veinteañeros.
Yo creo que este tipo de situaciones lejos de ser excepcionales, tanto como para resaltarlo en una película con un título definitorio, son bastante más propios y normales de lo que uno se piensa.
Quizás los cuarentones de ahora no sean los cuarentones de la posguerra. Y seguramente los cuarentones de la próxima década sufriran el reverso de "la madurez" a base de afrontar mundos y sociedades francamente jodidas. Supongo que eso es lo que marca, y lo que te hace pasar de un estado a otro.
Ahora que realmente más bien pienso que la madurez es la propia muerte de la persona. Iniciar el ciclo de la corrección, comportamiento y pensamiento conforme a unos baremos de edad, no es más que dar por hecho que el individuo se extingue de la propia ilusión de lo ingenuo o lo políticamente incorrecto. Y eso, para mi, cercano a la cuarentena, es la muerte en vida del sujeto.
Vale más en los tiempos que corren y que vivimos, permanecer inmaduro, que madurar. Es lo que separa pegarte un tiro a seguir disfrutando de la vida con los ojos de un semiinconsciente juvenil con canas y próspera calva.
Una vez me metí en eso de las conversaciones maduras. Seguros, hipotecas, ladrillos caravista y la currada de un buen marido controlador de la responsabilidad familiar y desafiante ante la competición del macho dominante en las reuniones de parejas.
Pues es curioso que acabe justo donde mi suegro termina ante estas situaciones: delante de un ordenador escuchando buena música.
Un crack mi suegro y uno de esos tipos inmaduros, pero tremendamente feliz.
Presagio un cambio roles sociales: cuarentones haciendo botellon y adolescentes viendo telecirco con su parejita.
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