Siempre he mirado con cierta perspectiva de coraje el marco autonómico de este país en quiebra. Y siempre he entendido que la historia de Asturias nunca estuvo reivindicada como se merecía. Jugabamos una liga con 16 equipos más y siempre estabamos en zona de descenso. En esa liga, las comunidades "históricas" consiguieron en virtud de la autoestima nacionalista y el manejo de la ley electoral, condicionar toda la política nacional a su favor. Algunas, como Euskadi, lo hicieron para aprovechar y de que manera su desarrollo. Y otras como Cataluña, también lo hicieron pero de una manera más desordenada, paleta y ciertamente adscrita a endeudarse por confundir progreso con cafrería nacionalista al máximo nivel del despropósito.
Los asturianos somos muy asturianos, pero nos ha faltado siempre la sangre para traducir eso en una rebeldía política que nos garantice la supervivencia en una región devorada por los intereses partidistas de dos grandes formaciones centralistas. En ese marco siempre he echado de menos un partido nacionalista asturiano con cierto sentido de lógica. Y acostumbrado a pasearme por Cantabria, no puedo dejar de asombrarme como una región tan española como Cantabria, también ha sabido sacar provecho con un autonomismo bien construído, del que nos podremos reir sí, pero que les ha servido y de mucho.
La aparición de Foro fue para mía una especie de ilusión por encontrar ese hueco que busco desde siempre. El Partiu asturianista de Sánchez Vicente o el URAS de Marqués fueron dos proyectos que nunca cuajaron porque ni ellos mismos se lo creyeron. Hace más de un año, Cascos lanzó un órdago al PP abandonando su partido y presentándose a las elecciones asturianas con un discurso asturianista, cargado de épica histórica que caló en la sociedad asturiana. Y ha calado porque somos muchos los asturianos que buscabamos desde hacía años ese sentimiento implantado en alguna formación política. Ese discurso más la figura de Cascos, fueron suficientes para pegar un vuelco en el panorama político asturiano. Vuelco que ni Psoe ni PP admitieron nunca y por eso desde el primer momento trabajaron para enfatizar toda la propaganda de dominio mediático y social en contra de la causa casquista.
Bien es cierto que Cascos se desinfló en cuanto vió que su sueño de dirigir el Principado topaba con los obstáculos de dos grandes partidos encargados de tirarle ajustes, gobernabilidad y presupeustos por el suelo continuamente. Y también se encontraba de frente con una crisis que condicionaba todas las decisiones de prosperar a los recortes tutelados por Europa.
E igual que Cascos se desinfló, aquellos que votamos a Foro con toda la ilusión de rebeldía, también fuimos cayelndo en el pesimismo.
A Cascos le tocó la peor época para ser presidente. Con una crisis de caballo que amenaza con hundir el país y con un entorno de gobernanza condicionado por dos apestosas sucursales centralistas más interesadas en su interés que en el interés por alzar la voz de lo asturiano.
El sueño de Cascos termina hoy con la alianza entre Psoe y UPyD. Siete meses después de asquerosas maniobras mediáticas y políticas como nunca se han conocido.
Asturias vuelve pues a lo de siempre. Y aquellos que pensamos en alzar de una puta vez la voz, volvemos a sentirnos impotentes por ver que esta Asturias no tiene remedio.
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