miércoles, 9 de noviembre de 2011

Reyes de lo ajeno

De la casa real, de nuestra casa real, me quedo con la reina. Es público y notorio el aguante de esta mujer. El sentido de la responsabilidad y su respeto al cargo que ocupa como figura del Estado. Otra persona menos disciplinada y también, porque no decirlo,menos educada, hubiera pegado la espantada hace muchísimo tiempo tras comprobar lo que un palacio real o una cama real esconde. Ella, la Reina Sofia, sí que se merece un respeto.Su educación, formación y lealtad es ciertamente un ejemplo. Del resto de reyes, principes e infantas, prefiero no hablar.

Pero la noticia está en que el Duque de Palma, un ex jugador de Balonmano, tuvo la visión de montar un tinglado empresarial en el que manejaba fondos públicos, parece que no con muy buen criterio legal. Logicamente la noticia es un escándalo y logicamente la presunción de inocencia es un derecho. Dejémoslo ahí, pues el hilo del manto de la sospecha puede alargarse más gravemente. Se dice que la sociedad sin ánimo de lucro presidida por Urdangarin y un socio, recibió dos millones y pico de euros del gobierno Balear(presidido por Matas, buena pieza) para celebrar dos congresos sobre deporte y salud. Tanto dinero para tan poca cosa, y con carácter solidario, parece que no cuadraba. Y es que se inflaban las cuentas para luego desinflarlas traspasando capital a sociedades privadas propiedad de Urdangarin y su colega. Eso es lo que dice la fiscalía anticorrupción.

Sea cierto o no,que parece probado hasta poder imputarlo de manera oficial, el caso es que sobre Urdangarin llevan meses cayendo un montón de rumores sobre si su preciptada huida hace dos años a Nueva York respondía más a lo que podía venir que a una idea de cambiar de aires.

A estos señores, infantas, infantes, duques y demás, les pagamos los españoles del IPC sus calzoncillos, bragas y trajes de empaque. Como para que encima, ellos aprovechen el trono para apropiarse de más de lo que generosamente los españoles regalamos con nuestro esfuerzo de todos los dias.

Estoy harto de la casa real, salvo de esa señora mencionada más arriba. Que no se porqué me da, debe estar tan avergonzada como desilusionada. Es una opinión mia.

De todas formas, también algo me dice que este caso se va a quedar en nada, en cuanto los teléfonos suenen. Que nadie piense que los juzgados y las carceles están acondicionadas con alfombras reales.

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