La visita de su santidad a este país ha dejado detalles reveladores. El primero y no por ello menos importante es resaltar la capacidad de aguante de este señor, que se ha comido temperaturas de 40 grados enfundado en esa túnica sin perder en ningún momento la sonrisa. En segundo lugar destacar que efectivamente, la visita del Santo Padre ha sido productiva y fructifera para las arcas locales. Algunos medios progres criticaban que los peregrinos apenas consumian. Sin embargo otros ofrecían los testimonios de hosteleros para los cuales los actos mundiales de la juventud habian reportado importantes ingresos. Como todo, la cosa se politiza y se parcializa según convenga.
El caso es que a un servidor, descreído de la fe hace bastante tiempo, pero respetuoso con su sentido educativo, lo que más esperaba de este evento era la respuesta de ese movimiento político llamado 15M que se ha convertido como era también previsible, en un movimiento altavoz de la extrema izquierda.
Nació bajo el manto de la sospecha. Algunos le dimos y le dieron cierto crédito despolitizado al principio. Pero según los buenos se fueron marchando a casa convencidos de que el sistema se cambia desde el propio sistema, los que se quedaron enseguida recurrieron a lo de siempre. Y lo de siempre responde a las greñas encocadas de crema, el pañuelo palestino y los okupas antisistemas. Y esa composición tan laica no asume por supuesto el respeto hacia creencias religiosas, ni a nada que se salga del simplón discurso de la izquierda. O digamos que no asume el respeto al católico por aquello de los roles típicos de siempre. La extrema izquierda si es preciso, siempre preferirá mirar para otro lado ante una mujer lapidada en un país musulmán, si con ello se consigue lapidar institucionalmente a la iglesia católica. Son así de guays. Todo vale.
La iglesia católica tiene defectos, evidentemente. Una institución siempre está sujeta a la corrupción por el simple hecho de funcionar como tal. La doctrina católica tiene pendiente una evolución de conceptos y una depuración jerárquica que evite ciertos desmanes del propio poder eclesiástico. Pero la iglesia también tiene algo que a la extrema izquierda le descoloca y le hace perder los nervios. Su compromiso con la lucha en contra de la pobreza con misiones por el tercer mundo y su compromiso social con los más desfavorecidos dando cobertura con comedores sociales y parroquiales de Cáritas. Todas estas cosas tan del subsuelo progre, a los "indignados" que se han quedado,o que son los que manipulan el movimiento enorgullecidos bajo banderas políticas de siempre, les importa una mierda. Les importa la tangana de enfrentarse a la policia y el acoso al peregrino, que es libre de serlo. Pero al que no le pasan ser católico.
Empezaron con asambleas multitudinarias en contra del sistema y han terminado por convertirse en borregos de sistema político de izquierdas. Valientes revolucionarios.
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