Es entendible que haya gente que no pueda permitirse ni un día de huelga. Como es respetable que mucha gente no esté de acuerdo con la misma.
Como es respetable y entendible que se diga que los sindicatos han perdido mucha credibilidad y por eso ni estoy de acuerdo ni secundo la huelga.
Pero lo que no se puede entender es que se diga que un dia de huelga no sirve para nada y por eso asumimos las cosas tal y como vienen y nos las pintan. Si asumimos que las huelgas no sirven para nada y que somos muñecos de un destino acomodado a los intereses de los de siempre, ni las movilizaciones sirven para nada, entonces daremos conformidad a que nos atropellen con impuestos cuando proceda e interese, con reformas laborales infumables y con un sistema de reparto político inamovible dispuesto a perpetuarse por muchas crisis cíclicas que nos caigan encima. Crisis que salen de los mismos y que son siempre pagadas y sufridas por los mismos.
Hay una diferencia enorme entre dejar que te pisen la cabeza asumiendo ello, o intentar al menos que no se crean que eres un felpudo. Era de aquellos que pensaban que las huelgas servían para poco, más como cordero del miedo a perder el trabajo y mira por donde hoy pienso que deben servir para mucho. Las huelgas y la rebelión en general. En especial cuándo el sistema te toma por imbécil también de manera cíclica y es el miedo y el conformismo del débil, el alimento más apreciado por aquellos que al final, se descojonan en nuestra jeta.
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