El comienzo de Rev_olution, esa obra maestra literaria, compuesta de 17 historias relacionadas entre sí. Os pongo la primera, que es el comienzo del libro.
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Llevo 5 años sólo en el mundo. Un día me levanté y no había nadie. Mi mujer no estaba. Ni mi hija. Salí a la calle y los vehículos estaban atravesados en las calles con las puertas abiertas. No había tampoco pájaros, ni perros, ni vida que me acompañe desde entonces.
Camino por las calles de las ciudades, de los valles, buscando respuestas. De la noche previa sólo recuerdo un estruendo de madrugada que me despertó y a mi hija llorando. Mi mujer dijo que era una tormenta y seguidamente fue la que se levantó a calmar el llanto de la niña. Yo me quedé dormido sin reparar en lo que “la tormenta” traería consigo a la mañana siguiente. Soledad y nada más que soledad. Y un continuo hormigueo en el estómago producto de la ansiedad, que me hace vomitar cada poco. No entiendo nada y por eso camino por el mundo a la búsqueda de algo o alguien. Un cadáver, un simple cadáver o un perro muerto o una esperanza para este terrible sueño. Me levanté de la cama y desde ese momento se acabaron los ruidos y las caras, y los llantos, y las risas…
Cada noche me acuesto pensando que la pesadilla se habrá terminado a la mañana siguiente. Pero sé que no es un sueño. Que lo estoy viviendo y que todo es real.
Me alimento de latas de conserva, y poco falta para que empiecen a estar caducadas. Entonces estaré abocado a desaparecer, a consumirme en diarreas.
Apenas existe ya vegetación. Los campos están pelados. Los árboles se han convertido en troncos secos. No hay nubes, ni lluvia y la temperatura siempre es la misma. Hace dos años llegué a la costa y me encontré un mar sin olas. Una balsa inerte, tan muerto como la vida que recorro a pie. He bebido agua del mar y he estado cerca de morir por hacerlo. Pero ya poco me importa. Estoy muerto en vida. Caminando de un lado a otro lleno de miedo y desesperación.
Hoy es 3 de octubre de 2015. Y esto que escribo, lo estoy dejando en papel como rastro inequívoco de mi desesperación. Lo voy a dejar aquí, en este colegio. En estas escaleras en las que estoy sentado y desesperado.
A veces grito. Grito con tanta fuerza que la afonía me dura varios días después. Otras veces me montó en un coche, cualquiera, tengo millones a elegir, y acelero por las calles de las ciudades. Por avenidas repletas de otros coches atravesados y los esquivo, y de pronto veo otro coche que me gusta más y freno en seco. Salgo del vehículo, respiro profundamente y vuelvo a meterme en otro coche hasta dejarle sin gasolina.
Es curioso. Cuantas veces hemos soñado con estar solos en el mundo, con poder cogerlo todo. Entrar en supermercados y comérnoslo todo. O entrar en grandes almacenes y salir con una camisa de 300 € y sin pasar por caja. O tener todo el dinero del mundo para quemarlo como pasatiempo. O entrar en ese bar y beber cualquier ron de lujo y sin pagar un solo euro por él.
Y ahora, desearía poder pagarlo todo. Que hubiera un guardia de seguridad que me diera el alto por llevarme una camiseta robada. O poder pedirle a un camarero un ron de esos carísimos para servírmelo mientras observo ebrio con ojos vidriosos.
Pero no. Eso se acabó. Como se acaba el oxigeno en el ambiente. Cada día más difícil de respirar.
Creo que no voy a levantarme. Me quedaré en estas escaleras de este instituto, esperando a morir. Sin respuestas, por supuesto. Sin un solo cadáver en la calle, o en las casas. No hay nada. O si hay algo, será en otro lado. Quizás en otro escenario y desde allí me estarán observando todos. Algo parecido a aquella película, la del “show de Truman”, y dentro de poco, cuando esté muy cerca de arrojar la toalla, saldrá alguien de detrás de las cámaras y me dirá que he tenido una audiencia bárbara durante estos cinco años. Ojalá fuera así. Lloraría con ganas de partirle la cara a todo el mundo por esta puta broma pesada pero los golpes los cambiaría por besos y abrazos al instante.
No hay sonidos en este mundo. Solo una brisa cálida, cada vez más densa y cuyo sonido en la única sinfonía viva del espantoso lugar. Bueno, esa, y la de mis tripas retorciéndose y pudriéndose cada vez que me entra un episodio de diarrea. El ambiente es cada vez más cargado, levantando una especie de niebla a pocos centímetros del suelo.
Sólo me apetece una última cosa: estrellarme con un puto avión. Ahí en frente, a un kilómetro tengo un aeródromo y lo mejor es que no sé como coño pilotar para luego poder estrellarme. Espero poder ponerlo en marcha de alguna manera. Y si tomo unos metros de altura, tendré una panorámica de este infernal mundo que dejo antes de estrellarme y producir ruido. Dedicado a la soledad. Mucho ruido.
Me miro las manos y las tengo agrietadas, ennegrecidas por el sol. Un sol que cada día calienta menos porque la bruma lo cubre todo. Pero hace calor. No sé si más o menos que ayer. Pero calor.
Algunas casas tienen agua y aprovecho para ducharme, beber diarrea o lavar la cara, Luego me miro al espejo y me veo la cara. No me puedo comparar con nadie ni con nada. Estoy sólo en este mundo. Todos se han ido y nadie me ha dicho nada. He recorrido miles de kilómetros, cruzado países y pisado cientos de ciudades. En ningún sitio he visto nada. Solo puertas abiertas, vehículos en perfecto estado y abiertos. Nada destruido, sólo abandonado. Y el lento terminar de la vida. ¿Qué es lo que pasó y por qué no me afecto a mí? Nunca lo sabré pues me queda poco tiempo. A todo esto le queda poco tiempo. Y yo me iré de aquí sin saberlo. Una noche te acuestas con mujer, hijos, amigos, familia, trabajo. Renegando de la sociedad y al día siguiente te encuentras caminando por autopistas buscando a alguien.
Esta es mi historia aunque sólo la escribo para mí. En realidad querría que alguien la leyerá, o se la encontrase, pero creo que eso no va a pasar. Quizás algún que otro solitario que tenga más fuerza que yo y llegue hasta aquí. Yo estoy harto de que la vida me dejara en este lado. Y por eso lo dejo aquí. Sin respuestas.
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Cada uno bebe lo que le sale del mingo,pero..."Algunas casas tienen agua y aprovecho para ducharme, beber diarrea o lavar la cara"...hay gustos que merecen una patada genital,que quieres que te diga...
ResponderEliminarSe supone que el agua está contaminada. Solo sirve para lavarse y si la bebe, sería como estar bebiendo la posterior diarrea.
ResponderEliminarEs una figura literaria que no me acuerdo como cojones se llama..
Joder,demasiado explicita tal vez,avisa que tus relatos hieren la sensibilidad,ostia,cojones,que hay gente sensible,mecaguendiox....
ResponderEliminarMe gustó el relato. Te animo a que pongas el resto. Creo que contiene una enorme carga sexual encubierta.
ResponderEliminarEs verdad, yo me he puesto palote... no te fastidia el critico literario :P:P
ResponderEliminarLo que nos espera,sufridores lectores.
ResponderEliminarEn las espaldas del protagonista del relato. En una hecatombe apocaliptica megachunga; esta la enorme responsabiidad de refundar la especie humana y para ello solo es válida una palabra: sexo. Imagino aún quedara alguna hembra viva y revolution se convertirá en una orgía futurista de dimensiones descomunales donde la fornicación constituya una nueva esperanza y un mundo nuevo.
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