Cataluña pide más de cinco mil millones de euros. Valencia más de cuatro mil millones. Y eso que hace unos cuantos meses Montoro amenazaba a Asturias con ser intervenida.
En el cinismo y la desverguenza política todo vale. Incluso supeditar el revanchismo político a la realidad económica. En un país decente, el señor Montoro hubiera dimitido. Aquí en España ni se admite ni se discute.
Pero independientemente de este asqueroso suceso político, lo cierto es que el fondo previsto para el rescate de las autonomías va a tener que soltar diez mil millones de euros para poner a flote el despilfarro de Cataluña y Valencia. Y España tendrá que solicitar un rescate total para seguir manteniendo la ruinosa adiminstración de siempre. Salvo que Europa le ponga las cruces al gobierno del panguato gallego y le exija una profunda reforma del estado autonómico,entre otras reformas.
El poder político, la doctrina de partido, el reparto de cargos, sigue estando por encima de cualqueir reforma. Si hay que abrasar al ciudadano a impuestos, antes que reducir ayuntamientos o diputaciones, pues se hace. El poder político es lo único que les vale a toda esta casta de impresentables políticos de mierda que viven a costa del voto de ciudadano atontado, que sin embargo, volverá a votarles dentro de cuatro años.
España tiene un problema político pero también un problema de calidad de voto. Del voto del tonto se aprovechan los listos. O al menos los caraduras.
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