Hace años que los cines de ciudad, los de pocas salas, tipo Filarmónica en Oviedo, Cine Principado, Ayala o Brooklyn sucumbieron a la crisis del cine y al efecto multicines en centros comerciales. Tal cosa no ocurre, de momento, en Santander, donde sobreviven los Cines Groucho. Un complejo de 2 salas que se aferra a seguir proyectando un tipo de cine con marcadas diferencias sobre los multicines. Aquí no hay ni 3D, ni 2D, ni teconogía X-PAND, ni RealD, ni proyectores 2K o 4K. De hecho, el gerente del centro, parece ciertamente orgulloso de marcar esas diferencias en lo que pretende ser un cine de culto y de sabor independiente, con el resto de plataformas tecnológicas y comercialmente depredadoras.
El caso es que visto por fuera, los cines Groucho parecen en ruina. Con un cartel luminiscente mediofundido y colgado de los extremos de dos edificios, y que da paso a un callejón donde lo que se aprecia a simple vista son unas mesas de playa, con sillas de playa. Y en las paredes del callejón algunos viejos carteles de cine. No se aprecia mucho glamour en ese repaso superficial. Muy lejos de las moquetas tatuadas con los logos de las grandes exhibidoras, que reparten miles de metros cuadrados a grandiosas salas y a retroiluminados que anuncian grandes y espectaculares estrenos.
El caso es que una vez que entras dentro, la cosa cambia. Y ese glamour aparece como si fuera parte del estilismo que se dejaron las propias luces de neón de fuera. Solo son dos salas, pequeñas, de apenas 50 butacas cada una, con dos pequeñas pantallas, de unos 30 m2 cada una. Eso sí, las salas parecen nuevas. La tapicería parece recien estrenada. Las butacas carecen de cómodos respaldos, ni de cabeceros de esos cojonudos de echarse una siesta si la película resulta un tormento. Son butacas de las antiguas, de las del brooklyn, pero con un aspecto señorial y nuevo. Y es ahí cuando descubres que a ese cine solo va gente a ver cine. Gente de edad avanzada, gente amante de cine y que respetan. Lo normal cuando uno entra en una supermegasala de un multicine es encontrarse la decadencia que deja el paso masivo de gentes, con los chicles pegados en las butacas, algunas o muchas agujereadas por los "fast to furious"de los huevos y algunos copos palomiteros remetidos por las juntas y que florecen ya en diversidad de hongos.
Pero el caso es que los Cines Groucho no son así y uno acierta a entender el orgullo de su gerente, que es el dueño, y que forma parte de una tradición familiar de cinéfilos empresarios.
El siguiente paso fue visitar la cabina. Y visto lo primero, pensé en encontrarme allí la figura del viejo cabinista de la odiosa Cinema Paradiso. Pero tampoco. Sí que me encontré un par de proyectores dignos de museo. Los padres de los proyectores normales de 35mm que se suelen emplear en los multicines. El recorrido en bucle de la cinta es basicamente el mismo, pero los dos proyectores de Cines Groucho proyectan y recogen la película sobre dos bobinas y no sobre platos. Y al terminar la proyección, hay que darle la vuelta a la bobina, para volver a colocarla en el eje de salida. Algo digno de museo.
La calidad de la proyección es otro de los aspectos que más me sorpendió. Mucho más lograda que algunas proyecciones de algunos multicines con tropecientos amplificadores de sonido y lámparas de xenón de primeras marcas.
Los dos proyectores de Cines Groucho tienen una apariencia impecable. De cuidado diario y de perfectos engranajes. Sólo hay dos películas en esas salas. Y generalmente películas poco taquilleras,pero el publico lo tienen garantizado con precios muy asequibles. Público de edad adulta y respetuoso con el arte de la proyección.
Si alguna vez pasais por allí y se os ocurre pensar que aquello es la ruina de un viejo cine, estareis equivocados. Entrad y disfrutad chavales.
Este cine lleva varios años ofreciendo una calidad de sonido pésima. Tiene averiado el sonido y prefieren proyectar la pelicula con sonido gangoso a reparar el proyector.
ResponderEliminarAsimismo, no recuerdo cuantos años hace que no proyectan una película subtitulada.
Es un cine mal diseñado, en el que siempre ves la cabeza del tipo sentado delante.
Está muy bién este tipo de cines, que tenemos que defender y promocionar, pero cuando cobras por una entrada (y no es barato), tienes que dar un mínimo de calidad. Conozco a muchas personas que han decidido no ir a ese cine por la pésima calidad del sonido.
Que se olvide del público joven, no van a ir nunca a ese cine (no van a ningún evento cultural, por lo menos en esta ciudad). Si quiere que en las salas haya más de las cuatro personas que habitualmente acuden a ese cine, que se preocupe de dar calidad. Los espectadoress no somos ONG's.